Los tests de inteligencia no miden (sólo) la inteligencia.
Desde hace tiempo, en la evaluación de las personas con Alta Capacidad Intelectual (AC), me encuentro con un tipo de sujetos, que llamaremos «falsos negativos», los cuales han dado anteriormente claras muestras de su característica (AC) pero que a la hora de realizar un test de inteligencia obtienen niveles discretos, significativamente más bajos de lo que representa su potencial. Más adelante me referiré a los efectos, casi siempre negativos, que tiene para el falso negativo el «descubrimiento» o la duda de que «no es», cómo afecta sobre las expectativas, deseos e incluso proyectos que la persona se haya podido construir, lo que nos llevará a hablar de la importancia de la interpretación de los resultados de estos tests, importancia que se ha simplificado demasiado, dándole carácter de mito al famoso Cociente Intelectual. Por otro lado, también me he ido encontrando con «falsos positivos». En contra del pensamiento habitual que dice que si es que dio X en esa habilidad en el test es que la tiene. Evidentemente, no se puede achacar a que tuvo «un buen día» pero creo que no consideramos suficientemente el efecto aprendizaje, es decir, que hay ciertas habilidades, reflejadas en un test de inteligencia, que se pueden aprender, lo cual supone ser hábil, no necesariamente inteligente. Por tanto deberíamos diferenciar el concepto de habilidad del de inteligencia. Ser inteligentes nos puede llevar a desarrollar más o mejor ciertas habilidades, pero ¿ser hábiles nos puede llevar a ser más inteligentes?, sé que será polémico, pero sobre esto último tengo serias dudas, a pesar de los múltiples estudios que nos explican «técnicas» para «desarrollar» la inteligencia. De hecho, si miráis y juntáis las conclusiones de algunos de estos estudios, podríamos decir, por ejemplo, que si potencio mi vello corporal, aprendo a manejarme con la izquierda, niego al dios que me tocó, estimulo mi bipolaridad y consumo chocolate a diario dejaría a Leonardo da Vinci a la altura del betún.
Por un lado, inteligentes somos todos, a no ser que haya un daño cerebral masivo en el que se pierda la consciencia, no existen seres humanos «a-inteligentes»…eh?, qué? Por otro lado, todos desarrollamos habilidades en mayor o menor medida, desde la pura supervivencia hasta las elaboraciones mentales tan complejas que rozan lo paranormal.
El problema reside en que confundimos inteligencia con habilidades, los tests se han construido sumando habilidades y llamando a esta suma inteligencia, ¡esto es una inferencia inductiva! Deberíamos recordar a Aristóteles: «El todo es más que la suma de las partes» a lo que podemos añadir «es otra cosa». Las habilidades muestran algunos aspectos de la inteligencia (algunos, nunca todos) pero no ES la inteligencia. La inteligencia GENERA la habilidad pero no ES la habilidad. Si nos fijamos en las AC, la polémica reside en que es fácilmente deducible que los Talentosos son personas hábiles en una o más áreas, pero no necesariamente inteligentes. Entonces nos podemos encontrar tantos talentosos poco inteligentes como talentosos inteligentes. ¿Qué los diferencia? ¿El uso que hacen de la inteligencia? o ¿existe una configuración intelectual-neurológica diferencial que no miden los tests? Pongo un ejemplo, una persona puede ser admitida en un selecto club social de «inteligentes» dando un C.I. de 130, habiendo obtenido esta puntuación porque en 3 de las 5 habilidades llegó al techo del test y en las otras 2, simplemente alto y otro, porque las sumas de los altos, acabó dando un nivel muy alto, es decir, superior a C.I. 130. Esto nos adentra, además en el oscuro y arbitrario mundo de las baremaciones de los tests, que ampliaremos en unos breves instantes.
En definitiva, propongo diferenciar claramente Habilidad de Inteligencia. Ahora especialmente que la inteligencia está de moda, que se vende bien, igual que la creatividad (a ella la trataremos en otro post), que se definen y descubre más tipos de inteligencia (lo cual en principio es bueno), vamos hacia el riesgo de que todo se convierta en inteligencia, desde el uso adecuado de las emociones hasta la agilidad psicomotriz. Sorry Mr. Gardner!
Pero volviendo a la cuestión inicial, creo haber identificado (y si no, me lo rebatís) algunos de los elementos que hacen que los tests actuales de inteligencia no sean validos para detectar AC, y por extensión Inteligencia, aunque sí habilidades:
Diferencio 3 tipos de variables:
- Atribuibles a la herramienta de medición:
Si bien es cierto que los profesionales que utilizan los tests de inteligencia tienen en cuenta los factores actitudinales/conductuales que se observan durante el desarrollo de la misma prueba (y quien no lo haga no hace falta que siga leyendo este artículo), las pruebas están confeccionadas para dar unos resultados a partir de una consideración cuantitativa. Esta consideración es limitada. En un intento de reivindicar el carácter científico de la psicología, o vaya ud. a saber qué, la psicometría ha despreciado toda prueba no cuantificable «con números». Es cierto que para que una prueba sea aplicable, fiable y válida necesita pasar por una serie de procesos «quantum». No me refiero a eso, me refiero a la falta de consideración (excepto honrosas excepciones) de aquellos aspectos que pueden incidir drásticamente en el resultado de una prueba hasta el punto de dar por cierto algo erróneo. He visto pruebas de inteligencia en las que errar dos ítems de un total de 18 supone una diferencia de 20 puntos centiles, es decir, si en ese momento tienes un lapso de falta de concentración o lo que sea que te haga errar esos dos ítems, que no sea propiamente la falta de habilidad en conseguirlo, puedes pasar de un nivel de esa habilidad alto a un nivel bajo. Dicho de otro modo, si yo estoy realizando un test en el que se valora una habilidad (que no sea el nivel de atención/concentración) y a mí me gusta el vuelo de las moscas y en ese momento se me acaba el tiempo porque me fijé en una mosca (no porqué no sepa contestar) paso de tener una mente prodigiosa a una mente normal. Fíjense que no me refiero a la velocidad de procesamiento, porque en el momento que desatendí el test dejé de procesar ejecutivamente al test. Venga ya!. He visto tantas veces resultados «injustos» no por la falta de capacidad en lo que se medía, sino por una baremación «absurda» aunque, eso sí, respaldada en lo «quantum», y claro, quien rebate «lo quantum» si es una de las armas de la psicología. No quiero ser «destroyer», los tests llegan donde pueden (afán comercial aparte), ahí es donde entra la habilidad del profesional para completar o corregir aquello que los tests no nos dan o incluso nos quitan. Completar? Corregir un test? Se puede? Cómo? Espero que no hayamos olvidado que los psicólogos nos dedicamos, entre otras cosas, a interpretar la conducta, básicamente para luego tratar a la persona e investigar. Soy contrario a que del test de inteligencia sólo se extraiga un resultado de «inteligencia», la persona que está realizando un test de inteligencia, no sólo usa su intelecto, la misma prueba desencadena procesos psicológicos complejos que afectan y se ven afectados por la misma inteligencia del sujeto. Keith Stanovich (2009) concluyó en su trabajo “What Intelligence tests miss” que los tests de inteligencia no miden las capacidades que se emplean en el mundo real (buen juicio y capacidad de tomar decisiones). Aprovecho para decir que para mi, capacidad tendría más a ver con el potencial intelectual de una persona y habilidad con el potencial desarrollado o expresado, por lo que inteligencia sería la suma de capacidad y habilidad. El problema es que no hemos encontrado formas válidas todavía de medir ese potencial.
Otro factor es el estímulo a responder que se proporciona en el test, algunas personas con AC dan una respuesta errónea por ser atípica pero cualitativamente más válida porque utiliza p. ej. procesos mentales más complejos a los que el test no alcanza, ya que no está preparado para ellos. Esto me plantea si deberíamos crear tests específicos para personas con AC, en vez de estarlos «encajonando» en la parte superior de la curva de Gauss, es decir, respecto a la población general.
- Atribuibles a la persona:
Uno de los problemas de la psicología es que lo cuantitativo es propiedad de la psicología, pero lo cualitativo no, sigue perteneciendo al individuo, y eso sigue siendo difícil de «pescar». Quizás en unos años la neuropsicología y la neurociencia nos echen una mano en esto. De momento el hecho que no haya dos sujetos iguales en el mundo, por mucho que nos empeñemos en categorizar a las personas, complica la cuestión. Defino a los falsos negativos como aquellas personas que dieron positivo en una habilidad (han podido demostrar) en otro momento o situación de su vida pero a la hora de realizar un test que evalúa dicha habilidad dieron un puntaje inferior, significativamente inferior. Si dieron porque no dan? Qué estamos evaluando? Rasgos? Estados?. Creo que las dos cosas, deberíamos contextualizar, los rasgos (inteligencia p. ej., si así se considera) siempre están dentro de un estado. Desde el momento que intentamos aislar la inteligencia (y su medición) de otras características psicológicas, sin tener en cuenta la influencia que tienen sobre ella, estamos valorando la inteligencia de forma arbitraria y parcial. El rasgo nos da la característica (potencial-capacidad), el estado, el uso que hacemos de esa característica en un momento dado (habilidad).
- Atribuibles al contexto:
Es indudable que las variables socio-culturales afectan de forma considerable al resultado de una prueba, desde la lengua, el credo, principios morales o las costumbres, hasta la alimentación. Desde donde les escribo se utilizan dos lenguas, lo que no presupone que la mayoría de la población sea bilingüe. La enseñanza reglada se imparte sobre todo en una de esas lenguas, pero las pruebas verbales de la mayoría de los tests de inteligencia que disponemos están en la otra. Concluyan ustedes mismos…

Flavio Castiglione Méndez
Psicólogo Clínico y Educativo
Psicoterapeuta
Especialista en Altas Capacidades
Miembro y ex-coordinador del Grupo de Trabajo de Altas Capacidades del COPC
Delegado en España del World Council for Gifted and Talented Children
Vocal de la Sección de Educativa del COPC
Barcelona, 2018